Quizás no te extraño a vos, sino a tu aliento, a tu regazo sosteniendo el mío, la seguridad que vivía en cada lugar que estuvimos. Si, cada calor, caricia, mirada el rincón bajo tu piel que me hacía vivir plenamente y por hacerme creer que soy un universo enigmático. Odiaba muchas y tantas cosas de vos tu forma de conocerme perfectamente bien, y esa táctica para lastimarme tan certeramente. Quizás extraño tus cicatrices, y la sangre herviente, lo que me hacías sentir ciertas veces bajando la guardia lo fácil de enfrentarme a la lluvia, de tu mano. Quizás amor mío, sólo quizás, -podría pensar humanamente- que el perdón llega luego de la comprensión, porque sólo se odia a quién se amó y para ti sólo aguarda el olvido.