Estas manos.

Han participado de tanto, como ahora escribiendo estas líneas, las miro y están llenas de marcas, de rasguños y quemadas. Estos dedos blancos y largos, esta palma grande y robusta, muchas veces me acomplejaban por parecer muy masculinas, pero en verdad estoy agradecida por tenerlas. Fueron ellas las que me ayudaron a salvarme el día de mi tormenta cuando alguien deliberadamente decidió hacerme daño.

Estas manos también han prestado ayuda a muchas personas cuando necesitaban un abrazo, un apretón de manos o cuando necesitaron que les secaran las lágrimas. Mis manos han elaborado muchos platos con el afán de hacer felices a las personas, desconocidos o amigos, familiares y gente que sabía de mi sin yo saberlo, estas manos están acostumbradas a dar el amor a través de lo que hacen y muy entrenadas para hacerlo bien.


Estas verdaderamente han sobrevivido conmigo en el despertar de un sueño doloroso cuando recién volvíamos a la vida después de horas en un quirófano cuando nos reemplazaban una pieza de nuestro motor. Éstas también se han cerrado en puños, en negativas, se han colocado bajo las axilas en muestra de rechazo. Se han juntado también para rezar por mi, por otros, por ti.


Y también saben lo que se siente ser sostenidas mientras nuestro mundo se cae a pedazos, cuando buscaban consuelo, afecto, aceptación y encontraron brazos que correspondían mis anhelos. Tantas veces nos tocó ponernos en pie, ya sin fuerzas y se concentraron en el piso mientras el resto del cuerpo encontraba la manera de restituir el equilibrio.

Estas también han sostenido libros que nos han abierto puertas a la sabiduría y al gozo, han sostenido los lápices en cada prueba y recolectando información, estas grandes amigas son, en verdad más que músculo y hueso, más que tendones compañeras de vida, han sostenido mis vicios temporales, mis amantes, mis amores, sostenido mi rostro cuando ya no tengo fuerzas.


Ahora con ellas busco resarcir el tiempo perdido, darles un poco más de alegrías y llenarlas de esperanza hacia el futuro, prometo proveerles de sueños, de esfuerzos nuevos y algún día ¿por qué no? Hasta un pequeño cuerpecito que después me llame mamá. Estas honrosas manos son en definitiva mis aliadas en la vida, ¿qué sería de mi sin ellas?

Sin saber muchas cosas sobre mi futuro sólo puedo decirte que estas manos están aquí hoy dispuestas para ti, en apoyo, calor, en cariño y ayuda. Las dispongo para que cuando necesites levantarte, secar tus lágrimas o comer algo delicioso y quizás ¿por qué no? hasta reparar el corazón si lo tienes roto.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Mi tiempo sin ti

Optimismo, pesimismo y la verdad

A la niña Amanda