Vivir el deseo
Tengo en mi un cuerpo, por éstas manos
miles de veces transitado
ante mí, un cuerpo nuevo.
¿Para qué mirar mis piernas temblando?
si siento un hambre nueva, insaciable.
Percibo sus venas hinchadas,
su respiración que se agita
inmóvil como yo, en un eterno instante
enloquezco.
Hierve mi sangre.
Pero no quiero romper el hechizo
de ese par de cristales claros
que me recorren.
Te asemejas a un animal asechante
midiendo desde mis curvas
hasta las distancias que nos separan...
Tu cabello desgreñado como mi pensamiento,
aturdidos por este momento
que deseas
tanto como yo.
Ven y entrégate al delirio
de estas dos lenguas en guerra
y la pasión que crece al contacto
de los labios.
miles de veces transitado
ante mí, un cuerpo nuevo.
¿Para qué mirar mis piernas temblando?
si siento un hambre nueva, insaciable.
Percibo sus venas hinchadas,
su respiración que se agita
inmóvil como yo, en un eterno instante
enloquezco.
Hierve mi sangre.
Pero no quiero romper el hechizo
de ese par de cristales claros
que me recorren.
Te asemejas a un animal asechante
midiendo desde mis curvas
hasta las distancias que nos separan...
Tu cabello desgreñado como mi pensamiento,
aturdidos por este momento
que deseas
tanto como yo.
Ven y entrégate al delirio
de estas dos lenguas en guerra
y la pasión que crece al contacto
de los labios.
Buen poema. Muy pasional. Me gustó Elizabeth. Un abrazo
ResponderEliminar¡Muchas gracias por leerlo!
EliminarY tan vivo que está el deseo... Un saludo
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